Salud y Trabajo

Philippe Askenazy (économiste, PSE et Cepremap) Corinne Gaudart (ergonome, Créapt) Michel Gollac (sociologue, Center d’étude de l’emploi)

La construcción de organizaciones compuestas, complejas y no siempre bien dominadas ha conducido a la complejidad del trabajo y a nuevas formas de intensificación del mismo. Esta intensificación, que afecta a casi todas las economías desarrolladas en diferentes formas, está poniendo en peligro la salud de muchos trabajadores. El viejo modelo epidemiológico de Karasek muestra que la intensidad excesiva de trabajo es patógena cuando el grado de autonomía, el control de los trabajadores sobre su propia actividad es bajo y el apoyo social es bajo.

(técnico y emocional) del que se benefician es bajo. El modelo más reciente de Siegrist también muestra un papel perjudicial de las altas exigencias del trabajo cuando el reconocimiento material y moral del trabajo es insuficiente. Estos dos modelos han sido amplia mente validados por un cuerpo de estudios independientes a nivel internacional. 
Asociado con el mal funcionamiento de las organizaciones. Las reorganizaciones, la intensificación y sus consecuencias en términos de condiciones de trabajo son un obstáculo importante para la respuesta de las empresas a las limitaciones que les imponen las nuevas condiciones de la actividad económica. Pero esta respuesta estadística mente dominante no es la única que nos invita a examinar con más detenimiento los procesos de toma de decisiones y las formas de organización en los países en vías de desarrollo. todos los niveles. Así, el trabajo en gestión ha puesto de manifiesto la existencia de organizaciones más confiables en términos de indicadores visibles de salud ocupacional (Organizaciones de Alta Fiabilidad).  Los anglosajones y quebequenses también han desarrollado herramientas de control de gestión que les permiten la organización para comprender mejor la salud en el trabajo.
La descripción de los efectos del trabajo sobre la salud o de las formas de trabajo conducentes a su preservación no puede hacerse únicamente mediante un enfoque mecanicista, una secuencia de causas y consecuencias describibles en el lenguaje de las relaciones estadísticas entre variables. El hombre en el trabajo es un sujeto singular, definido por su historia social y psicológica, lo que no significa que el análisis psicológico deba limitarse al nivel intraindividual y a la "victimología ".
La incoherencia de las organizaciones, la vaguedad de los objetivos, la incoherencia entre los valores del trabajador o de su grupo profesional y los promovidos por la organización, ponen en peligro la capacidad de hacer del trabajo un elemento de construcción de su personalidad y, por el contrario, lo convierten en un factor potencial de desestructuración.
Además, el trabajador no es simplemente un beneficiario o víctima de lo bueno o de lo malo. Las condiciones de trabajo contribuyen a la construcción de su actividad y de sus condiciones de trabajo, en el marco de las limitaciones que le impongan las exigencias de la tarea, de la disciplina del trabajo o de la medios técnicos, organizativos y cognitivos a su disposición. Esta habilidad para ser actor, individualmente y colectivamente es en sí misma una "supercondición de trabajo", que tiene un impacto sobre la salud. El enfoque participativo desarrollado en el diseño ergonómico incluso se plantea este estatuto central de "actor " operador para conducir a mejoras sostenibles en el trabajo y la salud. La intensificación de las preocupaciones psíquicas no es, en sí misma, dramática. Por el contrario incluso si es una oportunidad para una creación colectiva de respuestas profesionales renovadas en debates. Las dificultades surgen cuando esta capacidad de elaboración colectiva de los gestos del trabajo ha comenzado en una organización del trabajo que ya no es un recurso para la acción. A la buena organización no da salud al trabajo, da las condiciones que la permiten construir. Esta construcción es a su vez colectiva, en el marco de grupos profesionales, de los oficios. Supone que se cumplen unas condiciones sociales que, por una parte, superan la gestión de empresas. 
Las transformaciones sociales y políticas mundiales también influyen en las opiniones de los actores sobre el trabajo, la salud y los vínculos que los unen. Esta visión (o falta de visión) determinará el comportamiento de los actores. Por ejemplo, la negación de ciertos riesgos por parte de los trabajadores afectados es un obstáculo para el tratamiento de estos riesgos y la comprensión de sus causas es un requisito previo para la invención de soluciones eficaces. Comprender el significado de las "conductas de riesgo" implica considerar el propio trabajo como una cuestión psicológica. La percepción de ciertos fenómenos como la "fatiga" no puede separarse de las imputaciones causales explícitas e implícitas que condicionan su tratamiento; por el contrario, los intereses de los actores pueden favorecer tal o cual visión del fenómeno, como por ejemplo el "agotamiento".
La objetivación de los vínculos entre la salud y el trabajo la llevan a cabo los científicos, pero también quienes difunden el conocimiento, o la legislación o las prácticas de las instituciones responsables de la gestión de la salud en el trabajo. Estas formas de objetivación dependen unas de otras. Condicionan en parte los efectos del trabajo sobre la salud. Por ejemplo, las insuficiencias del sistema de reconocimiento y compensación de las enfermedades profesionales afectan al tratamiento de los riesgos por parte de las empresas, al tratamiento de las patologías por parte de pacientes y cuidadores y al conocimiento de las enfermedades y los riesgos.